En Dios puesto el corazón
Se fue Jesús y dejó el Espíritu de la oración.
La oración es la presencia real del Espíritu Santo
San Francisco dice
en su breve y condensada Regla y Vida de los hermanos menores (1223): Sobre
todas las cosas los hermanos deben desear tener el Espíritu del Señor y su
santa operación: orar de continuo a él con un corazón puro… (capítulo X). La
oración no es Dios, pero viene de Dios; la oración es gracia de Dios – “la
gracia de la oración” – la inicia él, la concluye él. La oración es el signo de
que el Espíritu Santo existe. La oración es el fruto plenario del Espíritu Santo,
el milagro del Espíritu Santo. Orar, ya sea en la celebración litúrgica con la
comunidad santa de Dios, ya sea en la intimidad persona – lo mismo en la sequedad,
en la desgracia, en el desamparo que en el gozo y la exultación – es, en la fe,
la prueba evidencia de que el Espíritu ha resucitado a su amado y de que se ha
iniciado el mundo nuevo.
Y el Espíritu es
la inmanencia de Dios en la Creación, en la Historia, en la Iglesia…, y particularmente
en mí. La oración. “respiración del amor” (Constituciones de los hermanos
menores capuchinos, cap. III), es el signo evidencia de que el Espíritu ha
resucitado a Jesús, y vive en mí. La resurrección de Jesús está en mí.
1.
En Dios puesto el corazón
y
en Él la interior mirada,
al
cobijo del Espíritu…,
orar
cual Jesús oraba.
2.
La gracia de la oración
bajo
las divinas alas,
es
la señal de que Cristo
resucitado
reinaba.
3.
El Espíritu viviente
es
la presencia callada,
su
silencio es nuestra paz
y
es Él la oración cristiana.
4.
El latido del Espíritu
es
mi oración espirada,
la
visita ya ha llegado
y
mi alma es su morada.
5.
Vive el viviente inmortal
el
Espíritu lo saca,
y
el Espíritu se queda
orante
de mis entrañas.
6.
Con gemidos inefables
al
Padre Dios Él he habla,
Él
en mí, que soy de Él,
mi
alma en Él enlazada.
7.
El Espíritu testigo
sella
la tumba de Pascua:
su
presencia es la oración
y
de la tumba no hay nada.
8.
Orar es ser y estar
con
conciencia iluminado
con
el Espíritu en mí,
que
mora, trabaja y ama.
9.
Y es ese el milagro mero:
mi
intimidad transformada,
Dios
es el Uno y el Trino
En
lo hondo de mi sustancia.
10.
Te adoro, mi Dios excelso,
con
gozo y pidiendo lágrimas,
Tú
eres mi Dios que dilata
Tú
eres en mi la Alianza. Amén.
Guadalajara, Jalisco, 9 mayo 2017
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