Moisés, el
confidente de Dios
y el Mediador de Dios
La magnitud de
la figura de Moisés llena los cuatro libros posteriores del Pentateuco: Éxodo,
Levítico, Números y Deuteronomio. El Deuteronomio pide un tratamiento aparte,
como singular fuente del Pentateuco y como cabeza de la llamada “tradición
deuteronomista”. Un estudio académico aplicado exige el recurso detallado a un
manual científicamente tan serio como el que hemos adoptado, los volúmenes de
la “Introducción al Estudio de la Biblia” de la Asociación Bíblica Española y
de la Institución San Jerónimo (Vol. 3ª: Félix García López, El Pentateuco).
Estas
sencillas Notas nos pueden dar una visión conjunta de Moisés en el libro
central del Éxodo, con el fin de poner las bases de una exégesis sapiencial. En el caso, en vistas de que la exégesis ´pueda
terminar en oración, en Nota sucesiva daremos una serie de Himnos (litúrgicos)
sobre el Éxodo.
1. El triple escenario del libro del Éxodo Visión panorámica del Éxodo
Por la secuencia natural de los hechos, el libro del
Éxodo nos presenta la historia del pueblo de Israel, que es Historia de
Salvación, en tres escenarios:
1) La salida o “éxodo” de Egipto: 1,1-15,21
Prosperidad y tribulación del pueblo.
Nacimiento de Moisés.
La teofanía central: revelación del nombre de Yahveh,
y misión de Moisés.
Moisés y el Faraón.
Las plagas.
La Pascua. Los Primogénitos.
La partida. Mar de las Cañas.
El paso del mar Rojo.
El Canto pascual de triunfo: 15,1-21.
2) La marcha por el desierto hasta llegar al Sinaí: 15,22-18,27
Mará.
Las codornices y el maná.
El agua de la roca.
Amalec.
Jetró visita a Moisés: institución de los Jueces.
3) En el Sinaí: capítulos 19-40
Llegada y preparación para la Alianza.
La gran Teofanía del Sinaí.
El Decálogo.
El Código de la Alianza (leyes diversas)
La ratificación de la Alianza con sangre (Ex 24).
La construcción el santuario. Lo que Yaveh dijo a
Moisés.
Entre medio: El Becerro de Oro y la renovación de la
Alianza.
La construcción detallada del santuario según lo
mandado por Yahveh.
Erección del santuario y la Nube alzada para
continuar la marcha.
2. Yahveh, protagonista, y Moisés, su Mediador, y el pueblo que avanza
Las tres
partes que entran en acción en el Éxodo son Dios, Moisés y el Pueblo.
Dios es el protagonista y la clave de cuanto acontece. La grandiosidad
y la majestad del libro se perciben cuando uno entrar bajo este palio: Dios es
el que actúa, Dios es el que conduce, el agente que dinamiza la existencia de todo
cuanto acontece en el Éxodo.
YAHVEH
En el episodio de la Zarza ardiente se nos da el Nombre de Dios:
“Contestó Moisés a Dios: « Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de
vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten:
"¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé? » Dijo Dios a Moisés: « Yo soy el que soy. » Y añadió: « Así
dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros. »” (Ex
3,13-14).
Esta definición de Dios no es una definición que en filosofía se dice
“ontológica”: Dios es el que es, el que tiene intrínsecamente el ser, el
Subsistente, el Necesario…, sino que es una definición de revelación, mediante
la cual se revela todo el ser de Dios para el hombre. Yo soy el que es, el que
está, el que te acompaña…; Yo soy Yo y tu historia; Yo soy la Santidad (lo que
en filosofía se traduce por el “todo Otro”); Yo soy la Gloria (la “gloria” es
el reverbero de la santidad recóndita); Dios es la realidad más pura y la única
posible; Dios es mi pasado, presente y futuro. Dios es el que ha creado a
Israel; Dios es la gracia de Israel.
Y todo esto de la forma más absoluta y más concreta, dado que el Dios
de Israel no es comparable a ningún otro Dios, no es homologable con ningún
otro.
Estamos en lo purísimo de la fe de Israel, que es la perspectiva de
Jesús. El Dios de la zarza es el Dios de Jesús, el Dios de su resurrección y el
Dios de la nuestra. Aquí encontramos la
fórmula confesional de “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob” (Ex 3,15), que retoma Jesús en el Evangelio: “Y acerca de que los
muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza,
cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de
vivos. Estáis en un gran error. »” (Mc 12,26-27).
Desde esta plenitud de revelación, hay que entender la expresión de Yahveh dijo a Moisés. Todo lo que se
manda al pueblo como Ley está dictado por Dios directamente. Todas las acciones
de Moisés para conducir al pueblo están hechas al dictado de Dios.
Así pues, Dios es el protagonista del Éxodo como historia de
salvación.
MOISÉS
Desde que entra en escena la figura de Moisés, como representante de
Dios, llena el Pentateuco.
Véase en el manual el tema “Historicidad de Moisés” (con la postura extremadamente
crítica de Martin Noth, 1902-1968, pionero junto con Gerhard von Rad en el
estudio de las tradiciones de Israel)[1]. Lo que es cierto es que en
el estado actual de la redacción del Éxodo y libros sucesivos Moisés lo llena
todo, y su figura no queda constreñida en un apelativo particular, por ejemplo,
profeta o legislador. Moisés es todo eso y más. Es el Intermediario de Dios con
el Pueblo. Moisés es único en toda la revelación[2]
Para un judío actual, no reconociendo la mesianidad de Jesús, Jesús,
centro de nuestra fe, vendría a ser un suplantador de Moisés. Pablo, por el
contrario, un tiempo fascinado por Moisés, hace la contraposición no entre
Moisés y Cristo, sino entre Moisés y el cristiano: “…y no como Moisés, que se
ponía un velo sobre su rostro para impedir que los israelitas vieran el fin de
lo que era pasajero...” (2 Co 3,13; léase el capítulo entero). Y concluye: “Mas
todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la
gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos:
así es como actúa el Señor, que es Espíritu” (2Co 3,18).
A este respecto nos place citar un curso sobre “Lectura espiritual de
la Biblia: La figura de Moisés” en el Instituto de Teología Espiritual de
Barcelona (1992), con estos capítulos: I. Propósito y bibliografía; II. Moisés
en la tradición judía (Filón de Alejandría, tradición rabínica; III. Moisés en
la tradición patrística: San Gregorio de Nisa (su tratado espiritual “Vida de
Moisés”, primer tratado de teología espiritual). IV. Moisés en el hoy de la Iglesia[3].
EL PUEBLO
SANTO Y PECADOR
El pueblo es la Quehal Yahveh,
la “ekklesia tou Theou”, la Ecclesia Dei. Y al mismo tiempo es el pueblo
pecador, de dura cerviz en todo el recorrido por el desierto. Toda la marcha de
Israel pro el desierto nos está abriendo la Eclesiología del Pueblo de la
Alianza, del Pueblo de Dios, una historia que hay que leerla con ojos
sacramentales, puesto que los datos transcienden la mera historia de los
críticos.
San Pablo nos da una clave para esta lectura del Pueblo en su marcha
hacia la Tierra prometida.
“1 No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron
todos bajo la nube y todos atravesaron el mar;
2 y todos fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar;
3 y todos comieron el mismo alimento espiritual;
4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca
espiritual que les seguía; y la roca era Cristo.
5 Pero la mayoría de ellos no fueron del agrado de Dios, pues sus
cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
6 Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no
codiciemos lo malo como ellos lo codiciaron.
7 No os hagáis idólatras al igual de algunos de ellos, como dice la
Escritura: « Sentóse el pueblo a comer y a beber y se levantó a divertirse. »
8 Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron y cayeron muertos
23.000 en un solo día.
9 Ni tentemos al Señor como algunos de ellos le tentaron y perecieron
víctimas de las serpientes.
10 Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron bajo el
Exterminador.
11 Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para aviso de los
que hemos llegado a la plenitud de los tiempos” (1Co 10).
(Sobre unas Notas previas, Guadalajara, 9 febrero 2014).
[1] Historicidad de Moisés, pp. 140-141.
[2] Véase este libro
extraordinariamente interesante: Edmond FLEG, Moisés contado por los sabios,
4ª Edición. “La vida de Moisés, el hombre de Dios, se encuentra en las
Sagradas Escrituras. Pero, tal como la enseña nuestro Talmud, la Palabra del
Señor tiene más de un sentido: bajo las palabras sagradas que leyeron y releyeron,
nuestros sabios descubrieron múltiples secretos que los necios no ven y, bajo
los hechos conocidos, muchos hechos ignorados, de donde ellos realizaron los
textos dictados por este relato” (Propaganda editorial hebrea). Puede
encontrarse en Ediciones Edibesa (Dominicos). “Edmond Fleg ofrece en esta obra,
ya clásica en otros idiomas, lo más logrado de la sabiduría de Israel sobre
Moisés. Una obra definitiva, para conocer mejor la personalidad y la obra de
Moisés y la historia más ejemplarizante del Pueblo de Dios, que él condujo”.
[3] Fr.
Rufino María Grández, Lectura
espiritual de la Biblia: La figura de Moisés. Barcelona. Notas de clase,
pp. 1-56 (21 enero 1992).
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